martes, 20 de septiembre de 2011

MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO.

El neorrealismo como materia grandilocuente ha pretendido siempre establecer un punto crítico en la historias de sus personajes, partiendo de la crítica social, no desde el principio de la propaganda, sino como un simple ejercicio narrativo que pocas veces logra colocar a sus exploradores en un sitial, cuando menos, de respeto.

Tomás Gutiérrez Alea, cineasta cubano, decidió una vez, bajo el argumento de la novela de Edmundo Desnoes, por allá por el año 1968, desarrollar una historia particular, difusa en términos convencionales, pero que desviste esa incomodidad producida por el cambio abrupto de sistema en la Cuba Postrevolucionaria.

El neorrealismo enfrenta una realidad, fuera del alcance del común, a esos personajes que terminan por absorberse en las circunstancias y que de una u otra manera viven en la pesadilla de su propio entorno. No se habla de antagonismos en este subgénero mágico del cine, sino de circunstancias que golpean y que bailan al son que toquen la historia, la política, o la suerte.

Esta genial película de Gutiérrez Alea, crítico del sistema que vivió toda su vida por considerar al Socialismo “un guión muy bueno, pero que ha tenido en Cuba una puesta en escena desastrosa”, es un escupitajo al pasar de los años en la ineficacia de nuestros países al no alcanzar el tan esperado desarrollo, por siempre necesitar que “alguien piense por nosotros”.

Las cosas aspiran a cambiar. Procuran establecer símiles que nos permitan perderle el miedo al espejo, y enfrentarnos de una vez con lo que somos y partir de allí, de esa imagen difusa, un ideal de nuestro propio reflejo. Esa es la premisa de Sergio, quien termina abandonado por sus más allegados, dejado en la incomprensión de sí mismo, del insistir en saber qué es lo que le espera ante ese nuevo escenario que reta sus más primarios razonamientos, llevándolo a ensoñaciones de su querer ser en pugna con las nuevas reglas de su vida.

Clásico del cine latinoamericano, y considerado dentro de los 100 mejores filmes de la historia, es una película que termina por activar la máquina de nuestro pensamiento después de vista su proyección. Reflexiva, incisiva, metódica. Engulle al espectador en su aura y lo saca de los rieles para colocarlo en otra parte. Recomendación para el que pueda.

J. Gregorio Maita

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