jueves, 8 de septiembre de 2011

CUANDO NO VI EL PASTEL DE CHUCHO

Hacer cine es, como muchas disciplinas, un asunto de ir calentando los motores para el sueño de muchos, incluyéndome, del largometraje. Pero antes de éste existe un hermano pequeño, diminuto, que pasa casi desapercibido del espectador medio: El Corto. Es decir, para correr, hace falta primero aprender a caminar.
Lo valioso de esta expresión recortada de la cinematografía es ir calentándole los motores a los futuros cineastas, para ver qué tan bueno es el músculo. Y eso, más el estímulo de la sala que vea tu proyección, gracias al artículo 27 de la Ley de Cinematografía Nacional que dice: “Los exhibidores deberán proyectar en todas sus salas cortometrajes venezolanos de estreno, no propagandísticos o publicitarios.”, no habría mucho qué decir.
Pero ¿qué hacer ante aquella falta de profesionalismo en las salas particulares que se pasan un cortometraje animado como Hoy no se hace Pastel de Chucho, de Braulio Rodríguez, por la bragueta, y ante dificultades técnicas simplemente obvian algo tan nimio, tan falto de tamaño he importancia, yendo directamente a la película?
En la función a la que asistí – del lunes 29 de agosto, 8:30 pm – justo al momento de proyectar el corto, algo pasa. Pequeños saltos, goteos de imágenes del mismo, negro y más negro. Cuando en un silencio prolongado espero que solventen la situación, nada. Me muerdo el puño. Es la rabia de saber que una obra que pasa el filtro del Short Films Corner del Festival de Cannes 2011, que va a mostrar el mensaje bonito de la conservación de las especies marinas de nuestro oriente venezolano en otras latitudes, es desdeñada porque probablemente suena a “cambur pintón”. O es que la película de X-Men: First Class debe valer más para nosotros. Una adaptación norteamericana de un cómic que habla de la discriminación sin pataleos, y alguien que siente vergüenza de un Polo Margariteño, que le da grima comer sardina o que un cuatro no significa nada en comparación a la silla de ruedas de Charles Xavier, ni se molesta en cumplir la ley, si de obligaciones hablamos.
La gente del único cine que tenemos en Ciudad Guayana no tuvo la entereza de emendar el error. Si así somos empezando… Y nadie dijo nada.


J. Gregorio Maita

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